Entrevista al Dalai Lama en su reciente visita a Barcelona
Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama, líder espiritual del budismo
tibetano, recibió ayer a La Vanguardia antes de dar una conferencia en
el Palau Sant Jordi sobre la felicidad, la necesidad del amor y la
compasión. Es premio Nobel de la Paz. China ocupó violentamente Tíbet
en 1959 y desde entonces vive en el exilio de Dharmsala, en las faldas
del Himalaya indio. Las negociaciones para una solución pactada con
Pekín están rotas desde hace dos años. Él no exige la independencia
pero sí una autonomía que mantenga la cultura tibetana y la religión
budista sin injerencias de China.
- ¿Hacen los países occidentales lo suficiente para incluir las enseñanzas cívicas del budismo en sus programas educativos?
- Hay enseñanzas como la felicidad, el amor, la tolerancia y la
compasión que son comunes a todas las religiones. La educación, en todo
caso, ha de ser secular. No debe ser religiosa para que, así, pueda
unir a personas de diferentes religiones. Los códigos morales se dan al
margen de las religiones. Se basan en el sentido común y también en la
ciencia.
- ¿Cómo explica que cada día haya más científicos que se inclinan por el budismo?
- Está demostrado científicamente que la práctica de la compasión
beneficia a la salud porque reduce el estrés. No se trata de hablar
sobre Dios y la reencarnación, sino de buscar en nuestro interior y ser
compasivos. Ayuda a bajar la presión arterial y nuestra salud mejora.
Necesitamos un programa educativo, desde la guardería hasta la
universidad, que alerte sobre la importancia de la bondad.
- ¿Como vía hacia la paz?
-
Para promover la paz mundial debemos insistir en la bondad porque la
paz sólo llegará a través de la paz interior. Hay que enseñar a los
jóvenes que los conflictos sólo podrán solucionarlos mediante el
diálogo. Esto quiere decir la no violencia. Por eso creo que los
gobiernos deben esforzarse más por divulgar la educación de la bondad.
- ¿Existe en Occidente una actitud acomodada respecto a las religiones, de manera que cogemos lo que menos cuesta de cada una?
- Es importante mantener las tradiciones. El budismo pertenece a Asia.
Pero ciertas personas occidentales encuentran más interesante el
budismo. En general, es preferible que cada individuo mantenga su
tradición religiosa. Es posible escoger aspectos de varias religiones a
nivel superficial, pero es imposible a un nivel más profundo.
- ¿Es posible retomar las negociaciones con China para solucionar el problema tibetano?
- A pesar de que cada día la situación en el interior de Tíbet es más
grave por culpa de la opresión china, nosotros estamos comprometidos
con una solución que no comporte la independencia sino una amplia
autonomía similar a la que ustedes disfrutan aquí en Catalunya, dentro
del marco de la democracia y el Estado de derecho. Depende de ellos.
Esperamos que muevan ficha.
- El catolicismo crece en China gracias a un
entendimiento de facto entre el Gobierno y el Vaticano. ¿Sería ésta una
vía para Tíbet?
- Nuestra situación es diferente. El
problema del catolicismo en China es su sometimiento al Vaticano. El
problema tibetano no tiene que ver con una institución religiosa. Es un
problema histórico. Durante mil años Tíbet y China han tenido nombres
diferentes. No existe un nombre para englobar a China y Tíbet.
Nosotros, los tibetanos, somos diferentes. Los chinos dicen que Tíbet
es parte de China, pero no es cierto. Los tibetanos no nos sentimos
chinos. Ahora bien, el pasado está pasado, y lo que ahora importa es el
futuro. Estamos de acuerdo en que Tíbet permanezca dentro de la
República Popular, pero queremos que nuestros recursos naturales y el
desarrollo nos beneficien más. Asimismo, exigimos el respeto a nuestra
cultura, nuestra lengua y literatura. El budismo tibetano, además,
representa la más rica tradición budista. Por todo ello, debemos tener
una autonomía con contenido, no como la que hoy tienen otras provincias
chinas. Ésta es la clave, los derechos de seis millones de personas, no
el retorno del Dalai Lama. No busco recuperar los títulos que tenía
antes de 1959. Sólo soy un simple monje budista.
- ¿Cree que los JJ. OO. de Pekín pueden favorecer la causa tibetana?
- Algunos amigos nos dicen que los Juegos son una buena oportunidad
para abrir China y conseguir más libertad. Pero no estoy seguro. Veo,
por ejemplo, que, hace unos meses, se prometió libre acceso a la prensa
internacional, cuando ahora lo que hay son más restricciones.
- ¿Considera que la comunidad internacional debería presionar más a Pekín sobre la situación en Tíbet?
- Hay países como EE. UU. e instituciones como el Parlamento Europeo
que, cuando tienen la oportunidad, manifiestan al Gobierno chino sus
preocupaciones sobre Tíbet, especialmente sobre los derechos humanos y
la libertad religiosa.
- Usted opina que las Naciones Unidas no hacen lo suficiente para defender a Tíbet.
- A principios de los cincuenta apelamos a la ONU. Volvimos a hacerlo
en 1959. Conseguimos apoyos suficientes para pasar tres resoluciones
(1959, 1961 y 1965). En los setenta entendimos, sin embargo, que era
más práctico tratar directamente con China. Tengo una visión crítica de
la ONU.
- ¿Piensa que es inútil para la causa tibetana?
- Inútil es una palabra demasiado fuerte, pero responde a los intereses
de los gobiernos. Además, ha pasado tres resoluciones y desde un punto
de vista moral tiene cierta responsabilidad.
- ¿Se ha convertido la religión en Iraq en una fuerza violenta?
- Ciertas personas del mundo árabe ven con sospecha y desconfianza la
influencia de la modernidad occidental. La principal causa de la guerra
de Iraq y de los atentados del 11-S es la desconfianza. El mundo árabe
ha estado un poco aislado durante siglos. Al contrario que en India o
Indonesia, donde ha habido una larga tradición de convivencia
religiosa. Con respecto a Iraq y Afganistán, EE. UU. trató de llevar
allí la democracia, pero vio que era demasiado complicado. Frente a
este fracaso, los ciudadanos se llenaron de emoción, de demasiada
emoción y, es por esto que, en nombre de la religión, chiíes y suníes
se matan. Es terrible, pero cuando hay tanta emoción, es muy fácil
manipular apelando a la religión.
- ¿Aceptaría el pueblo tibetano una solución impuesta desde fuera?
- Si los chinos imponen la democracia en Tíbet, serán recibidos con los
brazos abiertos. La democracia es el futuro de Tíbet. Desde hace seis
años tenemos un parlamento y un gobierno en el exilio, con un primer
ministro. Desde entonces yo estoy semirretirado.
- ¿Es difícil conciliar ser un hombre de Estado y un hombre de fe?
- En absoluto. Creo en la separación entre la religión y el Estado.
Antes estaban unidos en Tíbet, pero no es bueno. La libertad tibetana,
sin embargo, está muy vinculada con la religión pues sin libertad no
puedes practicar el budismo. La lucha por la libertad de Tíbet forma
parte de mi práctica religiosa.
- A medida que envejece, ¿aumenta la nostalgia de Lhasa? ¿No le sabría mal no poder regresar?
- No mucho. De veras. No es tan importante. Lo importante es la libertad.
Fuente: La Vanguardia
Tomado de http://espiritualidadypolitica.blogspot.com
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