El karma no implica castigo ni fatalidad. De hecho, estamos disfrutando
o padeciendo por nuestras acciones del pasado, ya sea de ésta o de otra
vida. Todo pensamiento produce efectos que recaen sobre nosotros, ya
sea como bendiciones, como golpes o como pérdidas, dependiendo del
móvil causativo del pensamiento original.
Clásicamente, se ha
considerado al karma con una visión fatalista. Se lo ha visto como algo
inexorable, ineludible, que el hombre debía aceptar con resignación.
Sin embargo, a medida que vamos adquiriendo una nueva conciencia,
podemos entender el karma de una manera totalmente diferente.
Ahora
podemos ver el karma como una oportunidad de aprendizaje y no de
castigo. Es necesario volver a los orígenes de esta palabra para
comprender su verdadera dimensión.
La palabra karma es de origen
sánscrito y en realidad se pronuncia kárman y está compuesta por dos
sílabas: kar y man. La sílaba man significa pensador y es el origen de
la palabra inglesa man para hombre. La sílaba kar es la raíz del verbo
hacer y, por extensión, quiere decir acción, actividad. De donde kárman
significa, entonces, la acción, la actividad del pensador. Y la
actividad fundamental y característica del pensador es pensar.
La
acción del pensador es pensar, y su resultado son los pensamientos.
Ahora bien: cada pensamiento es una fuerza, una energía que se pone en
movimiento. Por el principio de acción y reacción, sabemos que la
acción de una fuerza genera otra de la misma intensidad y en sentido
contrario.
Acción y Reacción
Y llegamos así al concepto básico y fundamental del karma:
Todo pensamiento o acción generado por el hombre-pensador vuelve sobre sí mismo.
Igual
que un boomerang, las fuerzas que nosotros mismos ponemos en
movimiento, ya sea con el pensamiento o con nuestras acciones, tarde o
temprano vuelven sobre nosotros mismos. Aquí no hay castigo, aquí no
hay fatalidad. De hecho, estamos disfrutando o padeciendo por nuestras
acciones del pasado, ya sea de ésta o de otra vida. Todo pensamiento
produce efectos que recaen sobre nosotros, ya sea como bendiciones,
como golpes o como pérdidas, dependiendo del móvil causativo del
pensamiento original. En la medida en que comenzamos a comprender las
cosas que nos suceden, como viniendo de nosotros mismos, aceptando la
responsabilidad que nos toca en el origen de ellas, comenzamos a tener
un mayor control sobre nuestro destino. Si seguimos creyendo que las
cosas simplemente nos pasan por azar o por mala suerte; si seguimos
viendo a los otros como los causantes de nuestras desgracias, el karma
seguirá actuando en contra de nosotros. Aceptar la posibilidad de que,
en algún momento del pasado, yo fui el generador de lo que me está
sucediendo, hace que la fuerza se equilibre y se detenga en su accionar.
Karma vs. Sabiduría
Los
grandes maestros enseñan que la sabiduría borra el karma. El karma
sigue actuando en tanto y en cuanto se siga repitiendo la misma
actitud, sin pensar, sin despertar. En el momento en que acepto mi
responsabilidad, comienzo a ser dueño de mi karma. Si estoy viviendo
una situación difícil y dolorosa, si dentro del dolor puedo
preguntarme: ¿qué estoy tratando de aprender con esto? o ¿qué habré
hecho antes para estar pasando por esta situación?, si comprendo para
qué estoy atravesando por esta experiencia, a partir de allí, mi vida
se modificará.
En realidad, desde el punto de vista
kármico, lo que ocurre no es importante, es anecdótico. Lo esencial es
cómo reaccionamos frente a lo que nos pasa. Eso es lo que indica el
nivel de conciencia alcanzado. Al aceptar la responsabilidad de mis
acciones pasadas, comienzo a generar un karma diferente, comienzo a
manejar mi destino más libremente.
Aquí conviene introducir un nuevo concepto: la idea de la reparación o de la rectificación de acciones.
Reparación del Sufrimiento
No
hay castigo. El castigo no trae provecho a nadie. Dios, o la Energía
Creadora, no se benefician en absoluto con nuestro dolor y sufrimiento.
Lo que se espera de nosotros es que rectifiquemos o reparemos nuestras
acciones pasadas. Si alguna vez ocasionamos algún dolor o algún
perjuicio a alguien, no es necesario pasar por lo mismo. Ser
maltratados no borrará el dolor a la persona que se lo causamos. Pero
lo que sí podemos hacer, es reparar el resultado de nuestra acción. Si
hemos hecho sufrir, podemos reparar ese sufrimiento contrarrestándolo
con una actitud de servicio, ayudando o sirviendo a quienes hemos
perjudicado. Si una persona fue un criminal en otra vida y mató a
varios individuos, ¿cuántas veces tendría que ser matada para pagar su
deuda kármica? Necesitaría muchas vidas inútiles para ello. Sin
embargo, puede llevar a cabo una vida digna y provechosa, si acepta
realizar acciones de servicio en favor de aquéllos a quienes mató en
otra vida. El sufrimiento y el dolor aparecen cuando nos negamos a
aceptar nuestra responsabilidad y a ayudar a aquéllos a quienes hemos
perjudicado en una vida anterior. Es ahí, entonces, cuando las fuerzas
del karma entran en acción y nos empujan a situaciones similares a las
cometidas por nosotros mismos, para que experimentemos el dolor en
carne propia y así no volvamos a repetirlo con nuestros semejantes.
Todo es aprendizaje. Las situaciones las vivimos como castigo cuando
nos negamos, a aprender. Entonces aparecen el dolor y el sufrimiento.
Recuerdo
que en su visita a nuestro país, Su Santidad el XIV Dalai Lama, dijo en
una de sus charlas: "El propósito de la vida humana es la felicidad y
la alegría". Y así es. En realidad podemos ser felices, el sufrimiento
no es obligatorio. Si no somos felices es porque nosotros mismos, con
nuestras acciones, con nuestro empecinamiento, nos quitamos la
posibilidad de serlo.
Edgar Cayce decía que el alma siempre
dispone de una alternativa: la Ley de la Gracia. Puede liberarse de las
deudas acumuladas, dedicándose generosamente a hacer el bien a quienes
son todavía más desgraciados.
Karma y Cabalá
También
encontramos el concepto de reparación en la cabalá hebrea. En hebreo
existe un término equivalente a karma: tikún. El tikún es el trabajo de
corrección que debe hacer un alma encarnada sobre sus acciones pasadas.
Cada uno viene a la vida física con un tikún determinado. Cada uno
viene a realizar su trabajo de corrección de acciones pasadas. A veces,
este trabajo suele ser un poco pesado, pero también tenemos a nuestro
alrededor seres que nos acompañan y nos ayudan en este trabajo de
corrección. Nuestros padres, abuelos, maestros amigos o pareja están
para ayudarnos y nosotros para ayudarlos a ellos; en este trabajo de
corrección de nuestros errores del pasado. De modo que cada uno está
cumpliendo su tikún o su karma, como se prefiera.
Corregir,
reparar el efecto de nuestras acciones pasadas. De eso se trata. No hay
castigo, no hay nadie allá arriba señalándonos con el dedo. Todo lo que
se nos pide es que corrijamos nuestros errores, que reparemos el dolor
o la ofensa causada a un semejante. Somos tan responsables de nuestro
sufrimiento como de nuestra felicidad. Si aceptamos efectuar tareas de
servicio en favor de aquéllos a quienes hemos lastimado, podremos ser
felices. Si, por el contrario, por orgullo, por soberbia, nos negamos a
dicha tarea, no tendremos más remedio que sufrir, por cuanto nuestros
ofendidos de ayer querrán cobrarse su deuda hoy. Y no lo hacen por
maldad. Simplemente es la reacción a la fuerza que nosotros mismos
pusimos en movimiento con nuestra acción primitiva. Así funciona el
karma. Es una concatenación de causas y efectos. Si a la ofensa se
responde con la ofensa, sobrevendrá una ofensa mayor, y así
sucesivamente, hasta que uno de los contendientes reaccione, despierte,
tome conciencia, pida disculpas y perdone. En ese preciso instante se
detiene la rueda del karma. Por eso Jesús enseñaba: "Si te dan una
bofetada, pon la otra mejilla". Porque reaccionar a la ofensa significa
entrar en la rueda del karma con todas sus dolorosas consecuencias. Y
en este momento, me viene a la mente otra coincidencia de la cabalá,
por cuanto en hebreo, el término correspondiente para reencarnación es
guilgul neshamot, que significa ruedas de un alma, y no es otra cosa
que la rueda del karma de los hindúes. Dr. José Luis Cabodi
Para ser Uno con Todo, como expresa la Filosofía Perenne, primero es necesario ser uno con uno mismo...
Ser invadido. Ser usado. Ser manipulado. Dar de más. Cargar con
problemas que no son propios. Confundir “disculpar” con “permitir que
nos sigan agraviando”. Ser humillado. Ser abusado. Volver a ser
abusado. Negar que se está siendo abusado...
Es claro que muchas personas tienen dificultades psicológicas para poner límites.
Y también que estas dificultades suelen darse muy marcadamente entre
aquellos que aspiran a ejercer valores superiores: quienes están
movidos por un impulso de búsqueda hacia lo Trascendente, o bien
quienes podríamos definir globalmente como “personas de buena
voluntad”, que prestan atención a factores como la solidaridad, la
amabilidad, la confianza en el otro, la tolerancia, el ejercicio de la
compasión, etc..
Quisiera expresar algunas observaciones al respecto de este tema, -a
sabiendas de que abordarlo en profundidad requeriría de una revisión
personalizada, autorreferida, que permitiera investigar cuáles de estos
conceptos se aplican a la propia persona, y cuáles no, tarea que dejaré
en manos de cada lector-. No es mi intención ofrecer recetas de ningún
tipo, ya que se trata de una problemática sumamente delicada, y cada
persona debe encontrar su propio buen proceder según el caso. Pero
ojalá que estas breves referencias sean de utilidad para promover la
autoobservación y la reflexión sensible acerca de este punto. (Y
también quiero aclarar que me voy a focalizar particularmente en lo que
hace a vínculos entre adultos, pues abordar el tema de fijar límites en la crianza requeriría de otros parámetros que hoy obviaré.)
Diría también que, tomando como encuadre de estos comentarios el
enfoque de la Psicología Transpersonal, la verdadera autorrealización
trascendente requiere una revisión profunda de nuestra capacidad de
poner límites, pues ser uno mismo sanamente, auténticamente, implica tener claras las fronteras entre uno y los demás, y ser capaz de expresar claramente la negación a que se vulneren inaceptablemente esas fronteras. “Ser capaz” significa que la persona tendrá habilitada en su interior la potestad de elegir no poner límites ante determinada situación, si así lo decidiera por cualquier razón. Pero se tratará en este caso de una elección consciente, y no de una incapacidad neurótica para hacerlo.
¿Cómo saber si el individuo se está engañando sobre este punto? No
siempre es fácil determinarlo, pero digamos que, generalmente, quien ha
desarrollado la capacidad de poner límites lúcidos...
propende a establecer y mantener vínculos saludables, sin concesiones insanas;
se ve menos expuesto a situaciones de abuso psicológico, de invasividad, de manipulación;
si
circunstancialmente cae en este tipo de trampa, se da cuenta con
rapidez y puede correrse de ese vínculo con igual prontitud, o bien
pautar los límites necesarios.
Muchas son las causas por las cuales determinada persona puede
tener una disfunción que le impida poner límites claros. Citemos algunas de las más importantes:
Actitud complaciente por necesidad de ser querido, o al menos de no ser rechazado.
Apego
hacia la persona con la cual se experimenta dificultad de poner
límites, de modo que se siente que si se ejerce esa potestad se
rompería el vínculo “por su culpa”.
Interpretación
neurótica del concepto de “compasión” o “bondad” y, con ello, temor
culposo a que si se pone límites se es “malo”, “egoísta” o “injusto”.
Desconfianza respecto del propio criterio de realidad: “¿Estaré siendo justo?” “¿Está abusando de mí, o tiene razón en lo que exige?” “¿No estaré exagerando?”. Con ello, temor a equivocarse.
Búsqueda
neurótica de la confirmación externa de una creencia fatal: que uno no
vale nada, que sólo merece humillación y abuso como único patrón
vincular. (Con frecuencia esto implica repetir en nuestros vínculos
adultos modalidades afectivas tóxicas con las que fuimos malnutridos
afectivamente desde la niñez.)
Temor
a que la persona a quien se le pone límites le adjudique a uno el rol
de victimario (sumamente ingrato, por cierto... pero que a veces es el
precio que se debe aceptar para poder desbaratar un circuito vicioso de
vulneración de fronteras interpersonales).
Aunque
suene amargo, cierta disposición neurótica a, por el contrario, buscar
el rol de víctima: si suspendo el ejercicio de mi capacidad de poner
límites, sin duda lograré que el otro me ubique en tal
condición. Y desde esa disposición neurótica, ser una víctima suele
identificarse con “ser una persona sacrificada”, “inmolarse en nombre
del servicio hacia el otro”, “ser demasiado bueno o ingenuo para este
mundo”, “ser excesivamente espiritual en una sociedad tan vil”... Es
decir, dibujar una imagen ante sí mismo que plantea una dignidad
impropia de la situación real. Cuando esto se da, hay una exacerbación
de distintos mecanismos de defensa que llevan a justificar tanto
la actitud del otro (por qué vulnera mis límites abierta y
repetidamente) como la propia (por qué permito una y otra vez que esto
suceda). Esta disposición neurótica puede ser tan pertinaz que lleve a
que un individuo, una vez disuelto el vínculo con determinado
“victimario”, se las ingenie para conseguir un nuevo y flamante
abusador. Terapia? Urgente!...
Confluencia: perderse en el otro
La incapacidad de poner límites lúcidos implica que en el psiquismo se
han difuminado las fronteras que enmarcan la propia identidad. Y estas
fronteras son indispensables para la salud psicoespiritual. En
el plano de lo Transpersonal “todos somos Uno”. Pero en el nivel de lo
terrenal esa verdad trascendente requiere de una claridad meridiana que
permita discernir “Yo” / “el Otro”. Éso es lo que significa tener un Ego bien constituido.
Y es claro que será imposible, en el viaje hacia lo Transpersonal,
“trascender” un Ego que no se tiene. Esta circunstancia sólo es viable
en una espiritualidad meramente imaginaria.
La disfuncionalidad que implica perderse en el otro recibe un nombre técnico muy apropiado: confluencia.
Tal como un río es indiscernible de aquél sobre el cual ha vertido sus
aguas, la persona que confluye en el psiquismo de otra está vivenciando
un vínculo que, de algún modo, es inexistente. ¿Por qué? Porque para que un vínculo exista hacen falta por lo menos dos individuos. Confluenciar implica que al menos uno de ellos desapareció en el otro.
Cuando una persona confluencia experimenta los siguientes signos/síntomas:
Pierde
contacto con lo que quiere, con lo que le gusta, con lo que sustenta
sus decisiones, pues todos estos factores han sido reemplazados por la
voluntad o el deseo del otro, aún en las cosas más sencillas.
Manifiesta
angustia e inseguridad al decir “NO”. El “NO” nos discierne, nos
recorta, nos crea como individuos. Para SER es tan importante saber
decir “SÍ” como poder ejercer la capacidad de decir que “NO”. (Nada
confiable es la persona incapaz de decir que no: la mayor parte de sus
“síes” serán una mentira, -aún sin quererlo-, cimentada en la
sobreadaptación.)
La persona confluenciante necesita entrenar su capacidad de poner límites y de reconocer qué quiere y qué no.
Sólo así podrá perfilar su verdadera identidad, y convertirse en un
individuo. Y sólo así podrá establecer vínculos sanos. Si me pierdo en
el otro, si asumo tareas que no me corresponden, si permito que alguien
viole mi individualidad, no sólo estaré generando enfermedad
intrapsíquica, sino también una enfermedad vincular difícil de sanear.
(Quien tiende a poner límites en exceso y agresivamente, por supuesto,
también encarna una disfunción psicológica. Pero eso será tema para
otra oportunidad...)
La práctica de la diferenciación
Cuando todos estos factores son observables en uno mismo, será entonces necesario encarar una práctica intencional de puesta de límites (lo cual a veces puede hacerse autónomamente, y en otros casos requerirá de ayuda terapéutica).
Este ejercicio será indispensable aunque la persona se equivoque
en ese proceso de aprendizaje (lo cual es muy esperable que suceda,
sobre todo al principio, pues todos solemos equivocarnos en aquello en
lo cual aún no somos muy diestros). Creo que, no obstante, es mejor
equivocarse en función del propio criterio para poner un límite, que creer que se acierta en base al criterio del otro.
Quizás en su exploración de cómo poner límites vaya cometiendo yerros:
tal vez los ponga en exceso, o con demasiada frecuencia, o con la
persona equivocada, o muy tímidamente, o con malos modos... No importa. Es parte del aprendizaje.
Habrá que revisar el día a día para ir haciéndolo cada vez mejor. En
esa práctica será necesario tener en cuenta ante cada instancia de la
vida, por mínima que sea (y sobre todo si hay un otro en juego):
¿Qué quiero YO? (Ya sea que elija seguir ese querer, o que, por el contrario, elija conscientemente ceder a veces en mi deseo para dar lugar al otro.)
¿Qué me hace mal (o sea, que NO quiero)?
¿Cuál
es el modo en que necesito expresar esto poniendo un límite YA? (Con
palabras, con una acción, con silencio, apartándome, con mayor o menor
intensidad...)
Estar
atento a si buscamos “poner algodones” al límite (dar explicaciones,
disculparse, justificarlo...). A veces un límite suave, (amable,
conversado, convenido), será eficaz. Pero muchas otras sucederá que el
único límite viable sea el que resulte terminante, impenetrable, como
un cartel bien legible que dice “NO PASARÁS”. Aunque cueste, aunque
angustie, aunque a uno mismo le duela... (Como lo describe el I-Ching
en su hexagrama “La Mordedura Tajante”: para ser justo hay que saber poner límites firmes. Y ser justo implica serlo también para consigo mismo...)
Los dos primeros puntos suelen requerir inclusive una revisión
somática, dado que nuestro cuerpo nos avisa cuándo el NO está pulsando
desde nuestras entrañas: contracturas, palpitaciones, disfunciones
orgánicas, espasmos, o aun una vaga inquietud... La persona que no sabe
poner límites lúcidos con frecuencia ha anestesiado la autopercepción
de estos signos somáticos, y necesita re-habilitarla conscientemente.
Y algo más: si no pongo los límites que es necesario establecer, quizás
sin darme cuenta estaré faltando a principios éticos esenciales: si me
dejo abusar, estoy colaborando para que exista un abusador. Si me dejo
usar, estoy cooperando con la comodidad o la negligencia del otro.
Otro aspecto ético que es necesario tener en cuenta es que parte de nuestra obligación existencial es cuidar de nosotros mismos.
Si no lo hacemos, malogramos el sentido y la dirección esencial de
nuestra vida. Aún más: en un sentido Transpersonal, cada uno de
nosotros podría definirse como portador de una porción de lo Sagrado
que viene a este mundo a vivir la experiencia humana (como decía
Teilhard de Chardin). Cada uno de nosotros es un templo. Como tal, es
parte de nuestro deber defender a ese templo de todo aquello que pueda
profanarlo (y dejarse abusar sin duda lo es).
En síntesis: poner límites lúcidos debe ser una función de la
conciencia que evoluciona hacia la sabiduría. Y sólo puede experimentar
la Unidad con todo lo que existe quien puede vivenciarse a sí mismo con
nitidez. Aunque todo este proceso, a veces, cueste caro, vale la pena,
sin duda. VALE LA PENA!
La Autoestima: la mejor forma de apreciarse a si mismo
La Autoestima: la mejor forma de apreciarse a si mismo.
Ya hemos hablado en otras entradas de la Autoestima: está presente en
la ansiedad, en la envidia, en la depresión, en los celos, en tantas y
tantas cosas de las que hemos hablado que merece la pena hacer un
apartado específico para ver como funciona y como podemos utilizar una
mejora de ella para mejorar en otros muchos aspectos.
Es el concepto que tenemos de nuestra valía y se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias
que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo durante nuestra vida;
creemos que somos listos o tontos, nos gustamos o no. Los millares de
impresiones, evaluaciones y experiencias así reunidos se conjuntan en
un sentimiento positivo hacia nosotros mismos o, por el contrario, en
un incómodo sentimiento de no ser lo que esperábamos.
En psicología,
la autoestima o autoapreciación es la opinión emocional profunda que
los individuos tienen de sí mismos, y que sobrepasa en sus causas la
racionalización y la lógica de dicho individuo. El término suele
confundirse con el término coloquial ego,
que referencia en realidad a la actitud ostensible que demuestra un
individuo acerca de sí mismo ante los demás, y no la verdadera actitud
u opinión emocional que éste tiene de sí. La autoestima se basa en los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que tenemos a lo largo de nuestra vida.
Las
debilidades de autoestima afectan la salud, las relaciones y la
productividad, mientras que su robustecimiento potencia en la persona
global, es decir, su salud, su adaptabilidad social y sus capacidades
productivas.
¿Porqué es tan importante? El
autoconcepto y la autoestima juegan un importante papel en la vida de
las personas. Los éxitos y los fracasos, la satisfacción de uno mismo,
el bienestar psíquico y el conjunto de relaciones sociales llevan su
sello. Tener un autoconcepto y una autoestima positivos es de la mayor
importancia para la vida personal, profesional y social. El
autoconcepto favorece el sentido de la propia identidad, constituye un
marco de referencia desde el que interpretar la realidad externa y las
propias experiencias, influye en el rendimiento, condiciona las
expectativas y la motivación y contribuye a la salud y al equilibrio
psiquicos.
¿Cómo se desarrolla la autoestima? El
concepto de la autoestima se desarrolla gradualmente durante toda la
vida, empezando en la infancia y pasando por diversas etapas de
progresiva complejidad. Cada etapa aporta impresiones, sentimientos e
incluso, complicados razonamientos sobre el Yo. El resultado es un
sentimiento generalizado de valía o de incapacidad. En la Infancia las
valoraciones que hacen nuestros padres/madres y los adultos sobre
nuestro aspecto, sobre nuestro desempeño, la valoración que hacen los
amigos/as sobre nuestro éxito o nuestra imagen cuando somos más jóvenes
nos refuerzan la autoestima o nos la tiran por los suelos. Sirva como
ejemplo las comparaciones que a veces utilizan los padres con los
niños/as sobre sus iguales para ofrecer un modelo de niño/a "más
positivo" que el propio lejos de mejorar la situación empeora la misma
ya que genera una importante bajada de autoestima y el rechazo a la
otra persona con la que se nos compara. En general, las experiencias
positivas y relaciones plenas ayudan a aumentar la autoestima. Las
experiencias negativas y las relaciones problemáticas hacen que
disminuya la autoestima.
Pincha aqui más adelante y verás el video donde se ve claramente como desde la infancia se puede demoler la posibilidad de tener una autoestima alta:
La importancia de tener una autoestima elevada Sentirse bien con uno mismo facilita:
->Enriquecer su vida: Tener gente feliz a su alrededor es una cosa
apreciada. Siendo feliz podrá encontrar más amigos. Sintiendose mejor
consigo mismo y siendo más abierto, establecerá relaciones más
estrechas.
->Aceptar los retos: Cuando ud.
tiene una autoestima alta no tendrá miedo de desarrollar sus
habilidades. Querrá arriesgarse y probar cosas nuevas. Si no prueba, no
podrá madurar.
Algunos efectos comunes de una baja autoestima
->Falta de confianza en sí mismo
->Bajo rendimiento
->Visión distorsionada de uno mismo y de los demás
->Una vida personal infeliz
Con una autoestima elevada Ud. podrá:
->Ser la persona que quiere ser->Disfrutar más de los demás
->Ofrecer más de sí mismo al mundo
->Mantener la confianza en sí mismo
->Permanecer tolerante
Cómo pensar de forma positiva sobre ud. mismo/a Haga lo posible por ser su mejor amigo. Esto significa darse a sí mismo/a: ->Aceptación: Identifique y acepte sus cualidades y defectos. ->Ayuda: Planee objetivos realistas. ->Tiempo:Saque tiempo regularmente para estar solo/a con sus pensamientos y sentimientos.
->Aprenda a disfrutar de su propia compañía.
->Credibilidad: Preste atención a sus pensamientos y sentimientos. Haga aquello que le hace sentir feliz y satisfecho/a.
->Ánimos: Tome una actitud "puedo hacerlo".
->Respeto: No trate de ser alguien más. Este orgulloso de ser quien es.
->Aprecio:
Prémiese por sus logros, los pequeños y los grandes. Recuerde que sus
experiencias son únicamente suyas. Disfrútelas!
->Amor: Aprenda a querer a la persona tan única que es Ud. Acepte sus éxitos y fallos.
Preguntas y respuestas que nos hacemos sobre la autoestima...
- ¿ Es fácil cambiar la autoestima ?No.
Porque significa darse un vistazo profundo a uno mismo, y entonces
cambiar las cosas que no le gustan. Esto lleva su tiempo, pero los
resultados valen el esfuerzo. Si Ud. lo ha intentado pero no ha hecho
ningún progreso, considere la posibilidad de pedir ayuda a un consejero.
- ¿ Garantiza la autoestima elevada el éxito ? No. Pero garantiza el que Ud. se sentirá bien consigo mismo y con los demás. No importa lo que pase.
- ¿ Puedo ayudar a otros a sentirse mejor consigo mismos ? Sí.
Haga que sus actitudes positivas lleguen a los demás ofreciéndoles
coraje y animándoles. Ayúdeles a abrirse. No los infravalore. Sea
paciente con sus fallos y debilidades (todo el mundo las tiene).
- ¿ La autoestima elevada significa egoísmo?No,
no es egoísmo o esnobismo. Estos son sentimientos falsos de inseguridad
y baja autoestima. Tener una autoestima alta es apreciar su
individualidad de manera que pueda responder a los demás de una manera
positiva y productiva.
ASI ES QUE...APRENDA A PENSAR POSITIVAMENTE SOBRE UD. MISMO/A: >Tenga aprecio a su individualidad
>Ayúdese a desarrollar su talento y sus habilidades
>Dese ánimos cada vez que los necesite
>Crea en su propios juicios
>Quiérase a sí mismo
Cambia esto -------------------------------------------> Por esto
No puedo hacer nada bien------------------- Puedo hacer algunas cosas bien (ponga su ejemplo)
Nadie quiere ser mi amigo------------------- Puedo ser amigo de alguien
Algunas veces soy un estúpido--------------- Conozco muchas cosas sobre el tema que se trata
¿Que pasará si a nadie le gusta mi proyecto?-- Estoy muy orgulloso de mi proyecto...
No te preocupes tanto de lo que la gente piense de ti.
En vez de eso, ¡¡decide lo que piensas tú de ellos!!.Las preguntas que
nos hacemos cuando vamos a conocer gente nueva ¿Qué pensará de mí? ¿Le
gustaré? ¿Creerá que soy tonto? ¿Aburrido?, son el tipo de pensamientos
que nos ponen nerviosos, nos vuelven impotentes, tímidos o
avergonzados. Tú puedes elegir cambiar esa manera de pensar.
Pregúntate: ¿Qué pensaré de ellos? ¿Simpatizaré con ellos? ¿Serán
interesantes?, de esta manera tú tienes igual poder y no sientes
vergüenza. Sigue siendo tú mismo ->Recuerda que la persona que eres ya es bastante buena. Debes estar contento y orgulloso de la persona que eres.
->Nunca jamás cuestiones tu valía básica como ser humano.
->Trátate como a una persona valiosa
->Cada
ser humano es valioso, eso te incluye a tí. Elógiate bastante, no tan
solo por lo que haces sino por lo que eres y por como vives tu vida.
->No te culpes cuando las cosas van mal en la vida
->No
aceptes ninguna culpa que otros traten de echarte, esto incluye los
adultos. Recuerda, tú eres el responsable de tu propia conducta y de
tus propios sentimientos.
->Puedes esperar cometer errores
->No te compares con otras personas
->El ser humano tiene derecho a cometer errores, eso te incluye a tí!
Las
contínuas comparaciones son un hábito difícil de romper. Nuestra
cultura nos enseña a comparar continuamente. Los padres comparan a su
hijos. Las escuelas a sus alumnos. Pero recuerda que tú eres diferente
y especial. No hay nadie en el mundo exactamente como tú.
Ejercicios para mejorar la autoestima ->Haz
tus listas de felicidad (un listado de temas a realizar y que te hacen
más feliz) y de yo lo hice (reflejando en la lista aquellas que ya has
hecho) , y eso hazlo todos los días, al comenzar y finalizar el dia.
Esto te ayudará a coleccionar y almacenar buenos sentimientos y
autoestima. ->Escribe seis cosas buenas que hacer para ti mismo,
pero sólo para ti mismo.
->Escoge algo que
hacer sólo por gusto. Después, en dias sucesivos, hazlo cada vez que
puedas. ->Hazte un "regalo" todos los días.
->Perdónate por algo que hiciste en el pasado.
->Todos los días haz como mínimo una cosa que sea buena para tu cuerpo.
->Todos los días haz como mínimo una cosa que sea buena para tu cerebro.
->Encuentra un adulto en quien puedas confiar y con el que puedas hablar.
->Sal y camina, juega en los columpios, construye, dibuja, haz el payaso, no trates de ser perfecto.
->Escucha
tu canción favorita, juega con el balón, haz deporte. Todos hemos hecho
cosas que desearíamos no haber hecho. Todos hemos herido a alguien,
pero no por eso hemos de sentirnos tristes, culpables o avergonzados.
Utiliza tu mente haciendo rompecabezas o juegos mentales. Lee un buen
libro.
Cuando se tratan de personas más jóvenes,
especialmente en la Adolescencia, al afrontar su relación con el mundo
exterior, el ser chico o chica produce temor algunas veces. Un adulto
te puede ayudar a enfrentarte a tus temores. Cuando te sientes confuso,
un adulto te puede contestar a algunas de tus preguntas. Escoge a
alguien con quien te sientas seguro, que trate de entenderte. Esta es
una de las mejores cosas que podrás hacer en tu vida por ti mismo.
Formas
prácticas de mejorar la autoestima a través del pensamiento:La
autoestima la podemos mejorar a través de los pensamientos.... 1. Convierte lo negativo en positivo:Nunca
pierdas las ganas de pensar en positivo, invierte todo lo que parezca
mal o que no tiene solución:Pensamientos negativos"No hables""¡No puedo
hacer nada!" "No esperes demasiado" "No soy suficientemente
bueno"Pensamientos alternativos"Tengo cosas importantes que
decir""Tengo éxito cuando me lo propongo""Haré realidad mis
sueños""¡Soy bueno!"
2. No generalizar:Como ya hemos dicho, no generalizar a partir de las experiencias
negativas que podamos tener en ciertos ámbitos de nuestra vida. Debemos
aceptar que podemos haber tenido fallos en ciertos aspectos; pero esto
no quiere decir que en general y en todos los aspectos de nuestra vida
seamos “desastrosos”.
3. Centrarnos en lo positivo:En conexión con lo anterior, debemos acostumbrarnos a observar las
características buenas que tenemos. Todos tenemos algo bueno de lo cual
podemos sentirnos orgullosos; debemos apreciarlo y tenerlo en cuenta
cuando nos evaluemos a nosotros mismos. 4. Hacernos conscientes de los logros o éxitos:Una forma de mejorar nuestra imagen relacionada con ese “observar lo
bueno” consiste en hacernos conscientes de los logros o éxitos que
tuvimos en el pasado e intentar tener nuevos éxitos en el futuro. Pida
a los alumnos/as que piensen en el mayor éxito que han tenido durante
el pasado año. Dígales que todos debemos reconocer en nosotros la
capacidad de hacer cosas bien en determinados ámbitos de nuestra vida y
que debemos esforzarnos por lograr los éxitos que deseamos para el
futuro.
5. No compararse:
Todas las personas somos diferentes; todos tenemos cualidades positivas
y negativas. Aunque nos veamos “peores” que otros en algunas
cuestiones, seguramente seremos “mejores” en otras; por tanto, no tiene
sentido que nos comparemos ni que, nos sintamos “inferiores” a otras
personas.
6. Confiar en nosotros mismos:Confiar en nosotros mismos, en nuestras capacidades y en nuestras
opiniones. Actuar siempre de acuerdo a lo que pensamos y sentimos, sin
preocuparse excesivamente por la aprobación de los demás.
7. Aceptarnos a nosotros mismos:Es fundamental que siempre nos aceptemos. Debemos aceptar que, con
nuestras cualidades y defectos, somos, ante todo, personas importantes
y valiosas.
8. Esforzarnos para mejorar:Una buena forma de mejorar la autoestima es tratar de superarnos en
aquellos aspectos de nosotros mismos con los que no estemos
satisfechos, cambiar esos aspectos que deseamos mejorar. Para ello es
útil que identifiquemos qué es lo que nos gustaría cambiar de nosotros
mismos o qué nos gustaría lograr, luego debemos establecer metas a
conseguir y esforzarnos por llevar a cabo esos cambios.
A
veces crearnos otra realidad artificialmente no es tampoco la
solución...nos sume en otra realidad distinta y nos lleva a la
enfermedad mental. Se trata de acercarnos a la realidad y a la
percepción de los problemas tal y como nos surgen, pero sin tirarnos
por tierra. A continuación vemos un video que sirve como ejemplo de lo
que no tenemos que hacer...titulado "Lo que tu quieras oir"