17 de Noviembre, 2007
Sobre la interpretación de los propios sueños.
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Sobre la interpretación
de los propios sueños. |
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El
cálculo es simple: si Ud. tiene alrededor de 45 años,
ha estado dormido durante unos 15 años. Si es otra su
edad, igual es fácil sacar la cuenta: aproximadamente
un tercio de cada día, un tercio de cada año,
un tercio de su vida. Y la pregunta que desde la antigüedad
ha tenido distintas respuestas, -aunque todavía ninguna
definitiva-, es: ¿para qué dormimos? Una parte
del proceso parece clara: reparación de células,
descanso de la maquinaria, recarga de energías... Sin
embargo, según las últimas investigaciones de
la Neurofisiología, nadie aún ha determinado qué
es concretamente lo que restauramos. De hecho, nuestros registros
metabólicos indican que gastamos muchísima energía
mientras dormimos. Sobre todo los minutos durante los cuales
soñamos (5 ó 6 veces por noche, unos 100 minutos
cada 8 horas, lo recordemos o no) consumimos mucho más
oxígeno que cuando estamos despiertos, y también
la actividad cerebral es mayor, con un aumento correlativo del
flujo sanguíneo.
Dado
que todos los mamíferos sueñan (salvo, curiosamente,
el oso hormiguero), los científicos deducen que el
soñar ha de ser importan-tísimo, puesto que
la evolución de las especies ha conservado intacta
esa función a lo largo de todas sus mutaciones, siglo
tras siglo. Francisco Varela, biólogo chileno radicado
en los Estados Unidos que investiga los puntos de contacto
entre la ciencia occidental y el Budismo, declara, en función
de estos datos, que “...el sueño con REM [movimiento
ocular rápido] es una actividad cognitiva fundamental.
Es el lugar donde las personas pueden dedicarse al juego imaginario,
probar diferentes argumentos, aprender nuevas posibilidades;
un espacio innovador donde pueden surgir nuevas pautas y asociaciones,
donde puede reelaborase todo lo experimentado.”
Desde
el Psicoanálisis en adelante, la interpretación
de los sueños fue teniendo un espacio importante en
distintas escuelas de Psicología. Sin embargo, no es
con Freud con quien se inaugura el interés por develar
los significados del mundo onírico: a lo largo de la
historia de la humanidad los sueños fueron muy tenidos
en cuenta en distintas culturas, existiendo en algunas de
ellas, inclusive, especialistas en decodificación de
sueños, procedimientos para recibir orientación
a través de ellos, y hasta recintos sagrados en los
cuales se dormía para pedirles a los dioses revelación,
curación o consejo (tales como los templos de Esculapio
en la antigua Grecia). Las filosofías y psicologías
de Oriente también subrayaron la importancia del soñar:
los tibetanos, por ejemplo, consideran el yoga de los sueños
como una disciplina integral para la ampliación de
la conciencia.
Contemporáneamente,
el desciframiento de las claves oníricas ha convocado
a gran variedad de terapeutas e investigadores, no solamente
para el trabajo con los pacientes (como lo aplica el Psicoanálisis)
sino también para la interpretación de los propios
sueños en el proceso de autoconocimiento personal:
comprender los símbolos de nuestro soñar es
un modo concreto de hacer contacto con el propio Inconsciente,
y establecer con él una comunicación intencional
y lúcida.
Y
es que la definición freudiana de que “el sueño
es una realización de deseos” ha ido quedando,
con el paso del tiempo, como una visión extremadamente
reduccionista respecto de un proceso cuyos bordes reales aún
no alcanza la Ciencia a vislumbrar. Esto coincide con que
el concepto que se tiene actualmente sobre el Inconsciente
mismo se ha ido modificando substancialmente, sobre todo a
partir de la confluencia de la Psicología de Occidente
con los conocimientos de Oriente, los cuales fueron difundiéndose
principalmente desde la década de los ’60.
La
Psicología Transpersonal nos habla de un Inconsciente
cuyas fronteras se encuentran mucho más allá
de los traumas personales y del peso de lo reprimido. En ese
sentido, el mapa de Roberto Assagioli (psiquiatra italiano
pionero en lo Transpersonal) es uno de los más omniabarcantes
en relación al psiquismo humano, ya que incluye el
Inconsciente Personal, el Inconsciente Colectivo, y aquello
que la Psicología convencional no había tenido
en cuenta: el Inconsciente Superior o Supraconsciente, en
el cual podríamos señalar la sede del núcleo
del Sí Mismo (aquello que éramos aún
antes de nacer, y que quizás sigamos siendo aún
después de morir). En el Zen recibe un nombre que nos
lleva mucho más allá del complejo de Edipo:
Hishiryo (que podría traducirse como “Inconsciente
Cósmico Religioso”).
Y
es que los sueños de cada noche pueden ser la expresión
sim-bólica no solamente de lo reprimido, sino también
de otros planos internos que poco tienen que ver con ello.
Así, las funciones del soñar adquieren una dimensión
paradigmáticamente diferente a la de ser la mera “realización
de deseos”. Si tenemos en cuenta que el Inconsciente
no es sólo el nido de los conflictos irresueltos, sino
también una fuente de sabiduría no aprendida,
conocimiento innato, inspiración numinosa, es natural
pensar que los antiguos lo hayan invocado bajo la forma de
dioses para recibir consejo u orientación en sus procesos
vitales.
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Puesto que numerosas son,
entonces, las funciones del soñar, podríamos preguntarnos
para qué puede ser provechoso el aprender a decodificar
los propios sueños. Esbozaría aquí algunas
posibles respuestas:
Para conocer aspectos de
nosotros mismos que escapan a nuestra percepción consciente
(rasgos internos, emociones reprimidas, opiniones no racionalizadas,
aspectos de nuestra Sombra...).
Para reconocer
patrones traumáticos y colaborar conscientemente en su
elaboración.
Para encontrar
respuestas creativas a nuestros desafíos cotidianos.
Para comprender
las pautas ocultas de nuestro modo de vincularnos con
los demás.
Para desbloquear
talentos desconocidos en lo emocional, lo intelectual, lo corporal
y lo creativo.
Para abrir
la percepción hacia lo Trascendente de nuestra vida a
través del mundo onírico.
Durante muchos años
he investigado la importancia de los sueños en distintas
culturas, la visión de diversos autores no-psicoanalíticos
y los sueños “vivos” de pacientes y alumnos,
más el estudio personal de los míos propios. En
base a ello, fui encontrando que existen alrededor de veinticinco
tipos de sueños, lo cual señalaría que
las funciones del soñar, -ese ignoto “para qué
soñamos?”-, tiene múltiples respuestas muy
concretas. En los Seminarios de Interpretación de Sueños,
uno de los trabajos más inmediatos que cada participante
realiza con los suyos es poder reconocer a qué categoría
pertenece el sueño que haya registrado. Esto ya es un
paso determinante para acercarse a su significado. Esta investigación
grupal ha ido sumando categorías de sueños que
fueron ampliando la lista originaria, la cual seguramente seguirá
completándose aún más con posteriores investigaciones.
Por
razones de espacio, voy a detallar sólo tres de estas
veinticinco categorías, a modo de ilustrar tres funciones
muy distintas del soñar que puedan dar a entender que
las veintidós restantes divergen también notablemente
de la antigua concepción del sueño como mera
realización de deseos.
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Sueños
Compensatorios: se trata de aquellos sueños cuya
materia prima es el material subliminal que el Inconsciente
recogiera de nuestros asuntos vigiles, y los convirtiera en
mensaje onírico para apercibirnos de aquello que vigilmente
no nos percatamos. Este mecanismo ha sido muy bien descripto
por Jung, al detallar cómo la conciencia es unilateral:
esto es, percibe muy parcialmente, y en el acto de percibir
desecha valiosa información que parece no quedar registrada
en nuestro psiquismo (detalles, gestos de nuestro interlocutor,
contradicciones que preferimos no ver, emociones personales
disparadas ante un hecho, etc.).
Este material perceptual,
sin embargo, lejos de ser descartado, en realidad está
siendo captado y almacenado por nuestro Inconsciente, y, entre
otros modos de ser presentado a la conciencia (como síntomas,
acting-outs, actos fallidos, etc.), forma parte de la materia
prima de nuestro mundo onírico. El Inconsciente, entonces,
nos posibilita percatarnos mediante un sueño de aquello
a lo cual no habíamos prestado suficiente atención
durante la vigilia, corrigiendo las imágenes que tenemos
de nosotros mismos y de nuestra realidad. Generalmente se trata
de sueños en los cuales ciertos atributos de los hechos
o de los personajes (incluidos nosotros mismos) se ven notablemente
exagerados, como para que prestemos atención a aquello
de lo cual aún no nos habíamos dado cuenta.
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Podríamos graficar este mecanismo de la siguiente
manera:

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Hay un experimento sencillo
de realizar para poder constatar este mecanismo de nuestra percepción
y su incidencia en el mundo onírico: reunimos un grupo
numeroso de personas que tengan predisposición a recordar
sus sueños, y lo exponemos a una gran cantidad de imágenes
proyectadas con un taquistoscopio (proyector de diapositivas
a alta velocidad). Lógicamente, cada persona sólo
recordará una cantidad reducida de imágenes, y
deberá anotarlas en una lista. La constatación
estadísticamente significativa es que la mayoría
de las personas tienden durante esa noche a construir sueños
en los que ensamblan las imágenes olvidadas, en un creativo
collage psicológico. Aquí vemos cómo el
material que la persona pudo haber desechado de su percepción
consciente se archiva en su interioridad junto con la emoción
que esa imagen pueda haber movilizado en lo personal.
Existen técnicas
muy interesantes para poder detectar de dónde extrajimos
el material relevante de cada sueño, haciendo conscientes
los disparadores primarios y secundarios
que hubieran operado en nuestra vida vigil. Pero, dada la complejidad
del tema, de esto hablaremos en otra oportunidad.
Sueños
de Registro Fisiológico: Se trata de aquellos sueños
cuya materia prima está constituida principalmente por
micropercepciones corporales que, al suspenderse durante el
dormir el ingreso de información externa, se amplifican,
cobrando relevancia. Al amplificarse, se vuelven generadoras
de alegorías simbólicas que ilustran los procesos
de nuestro organismo en la salud y en la enfermedad.
Así
como es universal tener sueños que incluyen la percepción
de la necesidad de orinar, o el inicio nocturno de la menstruación,
otras pequeñas sensaciones físicas encuentran
su modo de hacerse notar a través de la semántica
de los sueños. Históricamente se han hecho experimentos
para determinar cómo funciona este mecanismo, tales
como acercar estímulos suaves al soñante (el
contacto con un cubo de hielo o con algo punzante, una caricia,
etc.). El resultado invariable es que esa micropercepción
es incorporada al proceso onírico, formando parte del
argumento del sueño que se construya en ese momento.
Si
bien ya Hipócrates entre los antiguos griegos había
documentado la observación de este fenómeno,
contemporáneamente distintos investigadores le han
prestado atención, inclusive para tenerlos en cuenta
en el seguimiento de pacientes con temas de salud específicos,
como pueden serlo la enfermedad orgánica o funcional,
los accidentes, el embarazo, el proceso de muerte y la recuperación
postquirúrgica. En estos casos, el hecho de tener en
cuenta el registro onírico permite hacer un seguimiento
de la evolución del proceso biológico de esa
persona en particular, y muchas veces también la decodificación
de los sueños puede colaborar en el diagnóstico,
pronóstico y tratamiento a seguir, en función
de la información otorgada por el Inconsciente.
Es
sumamente interesante constatar cómo los procesos fisiológicos
se expresan simbólicamente, no sólo mediante
imágenes literalmente relativas al cuerpo, sino también
a través de su metaforización en animales, aparatos,
vehículos y otros objetos: caños tapados, techos
rotos, agua sucia que corre, fuego... son múltiples
los símbolos personales que el Inconsciente elige para
dar aviso de lo que al cuerpo le está sucediendo.
Sueños
de Ensayo Conductual: Carl G. Jung enunciaba que “el
sueño tiene una función motriz”. Esto significa
que las aventuras que vivimos cada noche tienen una fuerte
influencia en nuestra posterior conducta vigil: nos impulsan
a un determinado tipo de acción, de proceder, de elección.
La investigación de este aspecto del soñar nos
muestra que es bastante frecuente encontrar que, antes de
realizar determinada tarea importante para nosotros, solemos
soñar con ese hecho anticipadamente una y otra vez,
con la misma o con distintas resoluciones: un examen, una
competencia deportiva, un viaje, un encuentro afectivo, etc.
En
este fenómeno observamos el denominado mecanismo de
anticipación, en el cual el Inconsciente parece ensayar
una conducta que posteriormente ya sabe que el soñante
deberá ejecutar, quizás a fin de encontrarse
mejor preparado al momento de los hechos.
Así
como actualmente se practican técnicas de visualización
en la preparación de deportistas o estudiantes para
que, viéndose a sí mismo actuar asertivamente
en su imaginación, puedan hacerlo luego en la vida
vigil, pareciera ser que la Naturaleza misma realiza en forma
autónoma este proceso, como una ayuda fundamental en
el difícil arte de vivir.
Hoy
vamos a llegar hasta aquí, señalando sólo
estos tres tipos de sueños, mas dejando constancia
de que hay al menos veintidós más: sueños
prospectivos, sueños premonitorios, sueños ajenos,
sueños transpersonales...
Así
como en las culturas antiguas se dormía en los templos
pidiendo orientación a los dioses, nosotros, los humanos
de este siglo, podemos aprender a pedirle sueños a
nuestro propio Inconsciente sobre aquellos temas que sean
vitales para la comprensión de nosotros mismos y de
nuestra realidad. A éstos se les llama sueños
de incubación. El Inconsciente responde.
Sólo necesita que sepamos preguntarle. Y que aprendamos
a recordar y decodificar sus creativas respuestas, escondidas
en el mensaje de los sueños. |
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Por david_kether - 17 de Noviembre, 2007, 19:37, Categoría: Sueños
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El Cuerpo, la Salud y los Símbolos Oníricos.
El Cuerpo, la Salud y los
Símbolos Oníricos.
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La conexión cuerpo-psique
también se manifiesta a través de nuestros sueños:
desde la antigüedad se ha observado que las microsensaciones
que tenemos mientras dormimos suelen amplificarse, convirtiéndose
en imágenes oníricas. Actuales investigaciones
han probado que algunos sueños revelan secretos del cuerpo:
los inicios de una enfermedad, el pronóstico de un paciente,
las manifestaciones de circunstancias físicas específicas
(embarazo, pubertad, menopausia)... Los sueños pueden
ser una herramienta de diagnóstico, de pronóstico,
e inclusive tener un efecto terapéutico, movilizando
la química del propio organismo. Algo verdaderamente
asombroso...
Desde
Hipócrates hasta nuestros días: Cuando,
al dormir, sus ojos se cierran y va Ud. retirando del mundo
sus sentidos, en la quietud de ese estado sucede un fenómeno
peculiar: las micropercepciones
provenientes del propio cuerpo (propioceptivas) pueden hacerse
escuchar, amplificándose,
y son ellas las que pueden dar sustento a algunos de los símbolos
de su mundo onírico.
Antes
de proseguir, quisiera formular una aclaración: todos
los seres humanos soñamos todas
las noches, lo recordemos o no. Existen entrenamientos
específicos no sólo para aprender a recordar
los sueños, sino también para saber interpretarlos
y hasta para producirlos intencionalmente para sondear la
respuesta del propio Inconsciente ante determinados asuntos.
(Trabajando con grupos de investigación de sueños
desde hace más de veinte años, me consta por
propia experiencia que esto es así.)
Curiosamente,
la primera y más completa clave de los sueños
medicinales de la antigüedad occidental es
el “Tratado de los Sueños” atribuido a Hipócrates,
el padre de la Medicina, resaltando este fenómeno de
las micropercepciones y su incidencia en el mundo onírico,
e indicaba la importancia de que el médico escuchara
los sueños de sus pacientes para poder hacer un diagnóstico
y un pronóstico acertados, y a la vez encontrar en
esos sueños claves concretas para la prescripción
del medicamento justo.
El
mismo Aristóteles, quien escribiera tres obras relativas
al sueño (con una aproximación no interpretativa
sino filosófica), señala: “Puesto
que todos los comienzos son poco importantes, es evidente
que el comienzo de las enfermedades y otros accidentes que
se producen en el cuerpo también lo son. Es natural,
pues, que estos síntomas sean necesariamente más
claros durante el sueño que en estado de vigilia.”
Hacia
mitad del 1800, el Marqués de Hervey de Saint Denys,
profesor de lengua y literatura chinas, realizó investigaciones
muy interesantes que quiero compartirle (por si las quiere
explorar por sí mismo de un modo experimental): preocupándole
de qué manera incidían las percepciones propioceptivas
en la formación de imágenes oníricas,
él le pedía a alguien que estuviese a su lado
por la noche, cuando comenzaba a dormirse, y que
le provocara determinadas sensaciones para las cuales no estuviese
prevenido, despertándolo luego de un tiempo
suficiente como para que se hubiera podido generar eventualmente
un sueño. Así, por ejemplo, luego de que le
hicieran cosquillas en los labios suavemente, la imagen onírica
que él había registrado era la de estar recibiendo
un beso de una hermosa mujer; después de que le acercaran
un hierro caliente a su oreja había soñado con
fogoneros que torturaban a un grupo de gente... Al repetir
estos experimentos caseros con otras personas, observó
también que estímulos
similares convocaban contenidos diferentes según el
soñante, como si la percepción real
se invistiera de argumentos individuales, que daban forma
única a la experiencia onírica.
Como
un correlato espontáneo a lo que el Marqués
observó, a la mayoría de las personas les es
familiar la experiencia de soñar con agua o con baños
y despertarse con necesidad de orinar, o bien, en la mujer,
soñar con sangre y despertar menstruando, así
como incorporar a la trama onírica algún sonido
percibido desde afuera, transformándolo en otra cosa
que conviniera al argumento que se estuviera desplegando en
el sueño (por ejemplo escuchar una bocina y soñar
con un ave graznando, o convertir en un coro de ángeles
la alarma del despertador!).
Actualmente
son numerosas las investigaciones enfocadas en observar este
fenómeno onírico. Destacaría particularmente
las realizadas por Patricia Garfield,
(co-fundadora de la Association for the Study of Dreams, quien
ha hecho un profundo análisis de los procesos oníricos
en personas enfermas o accidentadas, consignando los indicadores
somato-psíquicos de recuperación o agravamiento)
y de Patricia Maybruck
(quien ha investigado exhaustivamente los sueños de
mujeres embarazadas y su evolución durante cada fase
del proceso de gestación). (4)
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Algunas
conclusiones de la Dra. Patricia Garfield:
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Observe
la imagen de su derecha: el conocido autorretrato de la
pintora mexicana Frida Khalo intitulado “Columna
rota”. Como Ud. seguramente sabrá, Frida pintó
este cuadro mientras estaba rehabilitándose de
un severo accidente que le costara varias operaciones,
junto con altos niveles de dolor, sobre todo en su columna.
El modo en que la artista representó simbólicamente
su dolor sigue las mismas pautas que el Inconsciente utiliza
para generar sueños a partir de lo que al cuerpo
le está sucediendo. Veamos cómo se da este
fenómeno, para que Ud. pueda considerarlo como
una posible matriz para la interpretación de algunos
de sus sueños.
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La Dra. Patricia Garfield,
médica norteamericana, observó que el cuerpo suele
simbolizarse en los sueños a veces literalmente (o sea,
con la imagen del cuerpo
mismo o de sus órganos), y muchas otras veces metafóricamente,
sobre todo en aquellos sueños en los que aparecen casas,
vehículos, animales, máquinas y otros objetos
representativos de las partes del cuerpo afectadas. Tales sueños
probablemente son respuestas del cerebro a sensaciones corporales
nimias que son magnificadas
y dramatizadas por el Inconsciente
durante el sueño. (Obviamente, como Ud. mismo se dará
cuenta, no siempre que aparecen
estas metáforas representarán procesos fisiológicos,
pero si frecuentemente.)
Por ejemplo, si se trata
de una casa, la escalera podría aludir a la columna vertebral;
la caldera, al estómago; los cables eléctricos,
a los nervios. Si se tratara de un coche, los problemas con
el combustible podrían simbolizar descenso en el nivel
de energía; el motor u otras piezas, órganos internos;
los frenos, la impulsividad motriz. Del mismo modo, por
analogía, Ud. mismo podrá descubrir
si algún elemento onírico puede estar representando
un proceso que su propio organismo esté atravesando.
Y ello, como toda interpretación, requerirá de
una mente abierta como para no efectuar una decodificación
mecanizada y reduccionista. (Cada vez que comparto este tema
sugiero lo mismo a quienes me escuchan: no se asusten, no se
sugestionen! Si estas pautas se toman hipocondríacamente
uno se vuelve obsesivo respecto de su salud ante cada sueño!
Simplemente son ideas para ser tenidas
en cuenta, sobre todo cuando las circunstancias fisiológicas
lo requirieran.)
Garfield
señala siete etapas en la
recuperación de un trauma físico
(accidente o enfermedad), cada una de ellas con temas oníricos
característicos:
1)
Sueños de advertencia: Estos sueños
son la exprersión de que el soñante está
teniendo actitudes que
podrían derivar en un accidente o trastorno físico,
o bien señalan la manifestación onírica
de micropercepciones de los inicios de un síntoma.
Estos
sueños eran particularmente tenidos en cuenta por los
antiguos griegos, denominándolos sueños prodrómicos,
siendo “pródromo” la palabra médica
que indica aquellos síntomas que indicarían
el comienzo de una enfermedad o una crisis (prodromos = heraldo,
mensajero).
Ejemplos
de esta fase serían: soñar
que se está conduciendo un auto sin frenos; tormentas
amenazantes; objetos de uso diario que se descomponen; casas
que se desmoronan o están dañadas (observando
qué partes específicamente se destacan en el
sueño), plantas o animales desvitalizados, agua sucia
que corre...
2)
Sueños de diagnóstico: En esta etapa
los síntomas ya tienen una expresión más
franca, aunque puede aún no haber claridad respecto
de qué es lo que le sucede al cuerpo. Entre los médicos
sensibles a los sueños existe una línea de Medicina
Preventiva que los tiene en cuenta. Los motivos oníricos
propios de esta etapa son: fuego
o calor extremo, o bien frío extremo, exceso de agua,
exceso de sequedad, comezón, heridas, personas, animales
o plantas que estén lesionados o moribundos, estar
aprisionado, apretado contra algo...
3)
Sueños de crisis: Cuando la integridad de
nuestros cuerpos es amenazada, la mente soñadora interpreta
la situación como una crisis. Aquí también
tendrían lugar los sueños previos a una intervención
quirúrgica, de entre los que P.Garfield enumera como
típicos: carne que está
siendo cortada y/o comida, amenaza con armas blancas, accidentes,
incendios, nubarrones negros que cubren el sol...
4)
Sueños de post-crisis: Después de
una intervención quirúrgica o de una situación
crítica severa es natural tener mal dormir, por lo
cual en general se tardan unas dos semanas en restablecerse
los ritmos circadianos normales. Si se está tomando
medicación para el dolor, al ir retirándosela
el cerebro experimenta lo que se llama “reacción
del REM”: un estado de sueños intensos y vívidos,
a menudo aterradores. Cuando se está falto de sueño
y hay una oportunidad de compensar esa carencia, luego de
unas pocas horas de sueño reparador es usual pasar
por una serie de sueños difíciles (¿cómo
una “digestión” de las instancias vividas?).
En
esta etapa los sueños suelen implicar casas
o personas violentadas, pérdida de cosas, visión
de personas fallecidas o animales muertos (como expresión
del miedo a la muerte), repetición onírica del
hecho real acontecido (accidente u operación)...
5)
Sueños curativos: Así como hay microseñales
que anticipan la enfermedad, también las hay que auspician
la recuperación de la salud: lentamente, intercalado
entre las pesadillas precedentes, el soñante suele
experimentar sueños que generan sensaciones plácidas,
gratas, vitalizantes. De hecho, a partir de las neurociencias
podría afirmarse que estos sueños, como vimos,
son endorfinógenos
(es decir, movilizadores de endorfinas, neurotransmisores
reparadores de la salud.)
Son
motivos oníricos característicos: paisajes
bellos, conducción hábil de un vehículo,
contacto con la Naturaleza (juntar flores, caminar...), nacimiento
de animales pequeños, casas siendo restauradas o embellecidas,
objetos nuevos, eliminación de desechos, juegos, encuentro
de objetos perdidos, ropa nueva, actividades físicas
(sueños que, con su función motriz, ayudarían
luego a hacer realidad ese despliegue corporal en la vigilia)...
6)
Sueños de convalecencia: No hay una demarcación
clara entre los sueños de la etapa anterior y los de
ésta, dado que corresponden a un continuo de recuperación.
Más bien se trata de un cambio
gradual en el énfasis en los motivos anteriores,
agregándose muchas veces sueños
en los que se expresa el incremento del apetito, y aquéllos
en los que se escenifica una actitud positiva y optimista
sobre un cuerpo restablecido. La convalecencia
es frecuentemente caracterizada también por imágenes
oníricas que integran la parte del cuerpo anteriormente
lesionada o enferma a una nueva imagen corporal.
7)
Sueños de buena salud: Aquí los sueños
vuelven a los tópicos principales pretrauma, aquellos
asuntos que ocupan el foco de nuestra vida. Hipócrates,
además, señalaba como motivos oníricos
propios de buena salud: ver el sol,
la luna o el cielo con colores brillantes, ver y oír
claramente en sueños, caminar con seguridad, árboles
frondosos, ríos fluyendo naturalmente con agua pura...
es decir, los elementos de la Naturaleza parecen desplegarse
sin sufrir exceso ni defecto.
Sueños
y embarazo: La Dra. Patricia Maybruck
observó que, durante la gestación, los cambios
hormonales y el desarrollo del futuro bebé van generando
sueños característicos, correlativos a las alteraciones
del sueño, del humor y la transformación paulatina
del esquema corporal.
Los
temas propios de los primeros meses están relacionados
con agua en grandes cantidades, animales
anfibios, animales pequeños y tiernos (ardillas, conejitos,
ositos, aparentemente representando el feto en desarrollo).
Esos mismos animalitos suelen verse grandes a medida que el
embarazo ha avanzado (el gatito se convierte en pantera o
león...). Es común también tener sueños
repetitivos con la propia madre (¿quizás como
ensayando el rol?). El 40% de las mujeres embarazadas
tiene pesadillas, generalmente con
catástrofes naturales, situaciones amenazantes y accidentes.
Estos sueños generalmente no se consideran indicativos
de trastornos en el embarazo ni de algo malo que vaya a ocurrir,
sino que son una expresión ansiosa de los cambios corporales.
El hecho de considerarlos como algo normal
y universal puede ayudar a la soñante a
disminuir la ansiedad de creerlos sueños premonitorios,
y, con ello, a aminorar también la frecuencia de las
pesadillas.
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Publicado
en la revista "Medicinas Alternativas", de Buenos
Aires, en enero del 2004
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Por david_kether - 17 de Noviembre, 2007, 19:03, Categoría: Sueños
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Estrategias para recordar los sueños.
Estrategias para recordar los sueños.
Tal como sucede con tantas otras habilidades, recordar los sueños
requiere de práctica y de perseverancia (sobre todo para aquéllas
personas que tienen menor facilidad natural para recordar sus sueños,
ya sea en forma estructural o circunstancial). Es como volver
consistente un músculo fláccido!
Veamos ahora puntualmente
cuáles son estas estrategias para facilitar la evocación onírica.
Conociéndolas, Ud. verá por sí mismo cuáles de ellas quiere implementar
en su cotidianeidad.
§ Así como hay personas que se despiertan a
la hora que deseen “programándose” antes de dormir mediante la
visualización de las agujas del reloj en la hora en que quisieran
hacerlo, si Ud. se duerme teniendo dentro de sí la determinación de
recordar sus sueños oficiará de autoinducción para la evocación
onírica. Esto significa, al ir durmiéndose, verse a sí mismo
desper-tando y recordando al menos el último de sus sueños. (Más
adelante le compartiré una técnica para la incubación de sueños que
puede resultarle de utilidad también en este punto.)
§ Al
despertar, en lo posible quédese en la cama un poco más, -si es
necesario sentado, para no volver a dormirse-. El saltar directamente
desde el dormir a la actividad hace que se pierda con mayor facilidad
el recuerdo de los sueños. (Hobson y Mc.Carley demostraron que el
cambio repentino de la química cerebral al momento de despertar es
causante de una amnesia fisiológica de lo onírico.)
Así que,
quieto aún, trate de “pescar” el remanente de los sueños, y ano-te al
menos algo. “Algo” en este caso significa una impresión, una imagen,
aún difusa, o aunque más no sea la sensación general que perciba al
desper-tar. Si recuerda una secuencia más estructurada, mucho mejor.
Pero procure tener ese registro del “algo”. Éste es un entrenamiento
básico para que el Inconsciente responda ofreciendo cada vez mayor
recuerdo de sus sueños.
§ Tener a mano con qué anotar o grabar
nuestros sueños nos dispone a que podamos capturar de inmediato el
evanescente mundo onírico. Es importante tener en cuenta que, por
razones neurofisiológicas, las reminiscencias de un sueño son
fácilmente olvidables si sólo quedan en la memoria inmediata. Para que
no lo sean, es necesario fijarlas, y el mejor modo es regis-trarlas de
inmediato, antes de disponerse a la actividad del día.
Observará
que con frecuencia cuando Ud. se propone fijar sólo en su memoria su
sueño para “después” anotarlo, por nítidas que sean sus imágenes es muy
usual que luego no pueda evocarlas. Del mismo modo es probable que
registrándolas “en caliente” cuando vuelva a leer o a escuchar lo
grabado le parezca algo extraño, como si fuera el sueño de otra persona.
§ Al evocar un sueño es más fácil recordarlo si se comienza por el final y se lo “rebobina” como si fuera una película.
§
Otra estrategia para recordar sus sueños ni bien despierta es la de,
quedándose quieto antes de comenzar la actividad, repasar las distintas
áreas de su vida, como si se preguntara a sí mismo: “Soñé con algo
vinculado a mi trabajo? A mi familia? A mis proyectos? A mi casa?...”
El rastrear cada área de la propia vida a veces oficia como de imán
para recordar los sueños con ellas vinculados.
§ Recuerde que el
prestarle atención al mundo onírico es en sí mismo un facilitador del
recuerdo de sus sueños. Quienes sean terapeutas o hayan hecho terapia
alguna vez sabrán por propia experiencia que, sobre todo si el
terapeuta presta atención a los sueños de su paciente, éste comenzará a
recordarlos de un modo infrecuente o acentuado.
Teniendo esto en
cuenta, es interesante señalar que los trabajos de elaboración del
material que ofrecen nuestros sueños son parte del entrenamiento que
puede ayudar a fortalecer la memoria onírica: escribir el Diario de
Sueños, ilustrar nuestros recuerdos oníricos, armar collages,
comentarlos con otras personas que sepan escucharlos, son todas
actividades que propician la acentuación de nuestra capacidad de
recordar los sueños.
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Por david_kether - 17 de Noviembre, 2007, 18:51, Categoría: Sueños
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