Tal como sucede con tantas otras habilidades, recordar los sueños
requiere de práctica y de perseverancia (sobre todo para aquéllas
personas que tienen menor facilidad natural para recordar sus sueños,
ya sea en forma estructural o circunstancial). Es como volver
consistente un músculo fláccido!
Veamos ahora puntualmente
cuáles son estas estrategias para facilitar la evocación onírica.
Conociéndolas, Ud. verá por sí mismo cuáles de ellas quiere implementar
en su cotidianeidad.
§ Así como hay personas que se despiertan a
la hora que deseen “programándose” antes de dormir mediante la
visualización de las agujas del reloj en la hora en que quisieran
hacerlo, si Ud. se duerme teniendo dentro de sí la determinación de
recordar sus sueños oficiará de autoinducción para la evocación
onírica. Esto significa, al ir durmiéndose, verse a sí mismo
desper-tando y recordando al menos el último de sus sueños. (Más
adelante le compartiré una técnica para la incubación de sueños que
puede resultarle de utilidad también en este punto.)
§ Al
despertar, en lo posible quédese en la cama un poco más, -si es
necesario sentado, para no volver a dormirse-. El saltar directamente
desde el dormir a la actividad hace que se pierda con mayor facilidad
el recuerdo de los sueños. (Hobson y Mc.Carley demostraron que el
cambio repentino de la química cerebral al momento de despertar es
causante de una amnesia fisiológica de lo onírico.)
Así que,
quieto aún, trate de “pescar” el remanente de los sueños, y ano-te al
menos algo. “Algo” en este caso significa una impresión, una imagen,
aún difusa, o aunque más no sea la sensación general que perciba al
desper-tar. Si recuerda una secuencia más estructurada, mucho mejor.
Pero procure tener ese registro del “algo”. Éste es un entrenamiento
básico para que el Inconsciente responda ofreciendo cada vez mayor
recuerdo de sus sueños.
§ Tener a mano con qué anotar o grabar
nuestros sueños nos dispone a que podamos capturar de inmediato el
evanescente mundo onírico. Es importante tener en cuenta que, por
razones neurofisiológicas, las reminiscencias de un sueño son
fácilmente olvidables si sólo quedan en la memoria inmediata. Para que
no lo sean, es necesario fijarlas, y el mejor modo es regis-trarlas de
inmediato, antes de disponerse a la actividad del día.
Observará
que con frecuencia cuando Ud. se propone fijar sólo en su memoria su
sueño para “después” anotarlo, por nítidas que sean sus imágenes es muy
usual que luego no pueda evocarlas. Del mismo modo es probable que
registrándolas “en caliente” cuando vuelva a leer o a escuchar lo
grabado le parezca algo extraño, como si fuera el sueño de otra persona.
§ Al evocar un sueño es más fácil recordarlo si se comienza por el final y se lo “rebobina” como si fuera una película.
§
Otra estrategia para recordar sus sueños ni bien despierta es la de,
quedándose quieto antes de comenzar la actividad, repasar las distintas
áreas de su vida, como si se preguntara a sí mismo: “Soñé con algo
vinculado a mi trabajo? A mi familia? A mis proyectos? A mi casa?...”
El rastrear cada área de la propia vida a veces oficia como de imán
para recordar los sueños con ellas vinculados.
§ Recuerde que el
prestarle atención al mundo onírico es en sí mismo un facilitador del
recuerdo de sus sueños. Quienes sean terapeutas o hayan hecho terapia
alguna vez sabrán por propia experiencia que, sobre todo si el
terapeuta presta atención a los sueños de su paciente, éste comenzará a
recordarlos de un modo infrecuente o acentuado.
Teniendo esto en
cuenta, es interesante señalar que los trabajos de elaboración del
material que ofrecen nuestros sueños son parte del entrenamiento que
puede ayudar a fortalecer la memoria onírica: escribir el Diario de
Sueños, ilustrar nuestros recuerdos oníricos, armar collages,
comentarlos con otras personas que sepan escucharlos, son todas
actividades que propician la acentuación de nuestra capacidad de
recordar los sueños.