Pese
a que buena parte de la población todavía tiene dudas sobre los efectos
nocivos en la salud humana de antenas de telefonía móvil y teléfonos,
tecnología wifi, transformadores eléctricos y cableado, entre otros
artefactos que despiden contaminación electromagnética, las compañías
que impulsan y se benefician de esta tecnología conocen desde hace
mucho tiempo el daño que pueden causar sus instalaciones y productos. Y
al mismo tiempo crean ese esceptiscismo pues, por ejemplo, la mayor
parte de los estudios publicados sobre este particular están
financiados por la industria de las telecomunicaciones.
Antena de telefonía en un tejado de Getxo (País Vasco)
Así lo demuestra nuestro libro Conspiraciones tóxicas: Cómo atentan contra nuestra salud y el medio ambiente los grupos empresariales en
su primer capítulo, escrito por quien firma estas líneas. En él
contamos que Airtel Móvil S.A., hoy Vodafone, suscribió, entre el 31 de
marzo de 2001 y el 31 de marzo de 2002, una póliza de responsabilidad
civil con la aseguradora española Royal&Sunalliance con el número
451.434.
En
este documento se excluyen los daños por contaminación electromagnética
y especifica, en su cláusula número 19, que no son asegurables: “daños
personales, enfermedad, incapacidad de cualquier tipo, muerte,
enfermedad mental, angustia mental, dolor mental o físico o cualquier
síntoma mental o físico causado o supuestamente causado o contribuido
por el uso continuado de teléfonos móviles”. ¿Más claro? Pues el
Departamento de Prensa de Vodafone, tras realizar las pertinentes
consultas, indica que no conoce dicha póliza. No dejan indiferentes
tampoco las declaraciones de Javier Aguilera, que por entonces era
consejero delegado de Telefónica Móviles –hoy es el presidente de TPI
Páginas Amarillas, filial de Telefónica–, emitidas en el documental
censurado por TVE “Contracorriente”.
El directivo reconocía sin ambages que la tecnología móvil es peligrosa para nuestra salud. “Uno –explicaba Aguilera- se muere
por 38.000 cosas. ¿Que esta es una más? Mire, indiscutible. ¿Que es una
más incluso para los que no usan la telefonía? Indiscutible. ¿Y que los
que usan la telefonía móvil no debían tener este factor? Sin duda.
Pero, ¡joder!, el mundo es como es, es decir, a mí me gustaría no
respirar el humo que echan los autobuses pero, ¿qué vamos a hacer? ¿No tener autobuses?”.
Desde Getxo, en el País Vasco, la asociación Antena No ( antenano.blogspot.com)
advierte sobre los intentos fraudulentos de ciertas compañías
telefónicas de colocar en las azoteas de las viviendas sus antenas
emisoras-receptoras. “Estas antenas se ponen en los edificios muchas
veces mediante una reunión fraudulenta-amenazante, ya que las
corporaciones engañan a los vecinos en las reuniones diciendo que sólo
hace falta una mayoría de votos de las 3/5 partes, cuando para cambiar
elementos comunes de una comunidad se requiere unanimidad. Les dicen
que si ellos no aceptan, el de enfrente lo hará y la radiación entrará
en su casa y la de su familia. Ofrecen 12.000 euros anuales a la
comunidad y los de los edificios de enfrente no pueden opinar, aunque
la radiación entre en sus casas. Se sabe que las radiaciones afectan a
personas electrosensibles y con marcapasos, pero no se avisa de su
colocación ni se hacen estudios o seguimientos de las zonas", explica un portavoz de dicha organización.En
Getxo, cuentan, existen muchas personas que viven en sus casas con
persianas metálicas pagadas por ellos mismos y cerradas noche y día.
Otros muchos se han ido de sus viviendas por miedo, tras haberlas
habitado durante años antes de que pusieran la antena. Éstas devalúan
los inmuebles. “Existen estudios internacionales que explican el daño
que pueden causar las antenas de telefonía pero al final tristemente el
gran estudio somos nosotros y nuestras familias. Uno puede tener o no
teléfono móvil o usarlo con moderación, pero la antena te la imponen”,
concluye éstas personas. http://amorhumoraccion.blogspot.com/search/label/Telefon%C3%ADa%20m%C3%B3vil
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