Saque sus propias Conclusiones...
El 2 de
mayo de 1972 el semanario italiano Domenica del Corriere sorprendía a sus
lectores con un insólito titular: Inventada la máquina que fotografía el
pasado».
Era la primera información
pública sobre un tema que activaría la polémica y, entre contradicciones y
acusaciones de fraude, acabaría erigiéndose en un enigma que perdura hasta
nuestros días. ¿Qué había de verdad en esa presunta tecnología que permitía ver
y escuchar en directo a través del tiempo lo que ya no existe, incluyendo la
vida de Jesús de Nazaret? Helena R. Olmo (publicado en el núm. 126 de Año Cero).
La noticia era increíble.
En el semanario Domenica del Corriere se afirmaba que un equipo de doce físicos,
encabezados por un monje, había creado un artefacto capaz de fotografiar el
pasado y que incluso había registrado la vida entera de Cristo. Y demostraba tan
inaudito anuncio con una imagen del rostro sufriente de Jesús en la Crucifixión.
Los fundamentos de este
descubrimiento se basan en el conocido principio de la física clásica, según el
cual «la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma». El inventor del
aparato, Alfredo Pellegrino Ernetti, un benedictino, aseguraba haber construido
su máquina basándose en el concepto de que las ondas sonoras y visuales son
energía y, por tanto, están sometidas a las mismas leyes físicas que la materia.
Igual que desde las partículas más ínfimas se puede recomponer un elemento en su
forma primitiva, el artefacto sería capaz de acceder a las ondas luminosas y
sonoras del pasado, reorganizándolas en las mismas imágenes y sonidos que las
integraron en su origen.
Las
Psicofonías de Ernetti
«Para nosotros era sólo el
tío Pellegrino», nos dijo su sobrino, Aprilio, cuando visitamos la casa familiar
en Rocca Santo Stefano, pequeña localidad a unos 60 kilómetros de Roma, donde
Ernetti nació el 13 de octubre de 1925.
Con 16 años ingresó en la
abadía veneciana de San Giorgio Maggiore, a la que siguió vinculado hasta su
muerte, el 8 de abril de 1994, y donde trabajó como exorcista y como capellán de
la cárcel del Suspiro. Pero durante sus 69 años de vida, Ernetti destacó por un
sinfín de aptitudes. Fue licenciado en teología, lenguas orientales, filosofía y
letras, física cuántica, diplomado en piano y escritor prolífico. Sin embargo,
los mayores reconocimientos los obtuvo por su labor docente sobre la música
prepolifónica, anterior al siglo XI, hasta el punto de que obtuvo la única
cátedra que había sobre esta materia.
Su amor por la música le
llevó a Milán para estudiar Oscilografía Electrónica -una rama de la física que
se ocupa de la vibración de las voces- con el Padre Agostino Gemefli. El 17 de
septiembre de 1952, mientras ambos religiosos analizaban la armonía de la
musicalidad gregoriana, descubrieron con sorpresa que en el magnetófono se había
registrado una nítida voz que Agostino Gemefli identificó como la de su difunto
padre. Era la primera psicofonía de la historia. Gemefli, fatigado por las
largas sesiones de trabajo, había pronunciado de forma mecánica y desesperada
una frase invocando la ayuda de su progenitor. No daba crédito a sus oídos
cuando, al reproducir la cinta magnética, escuchó: «Yo te ayudo. Siempre estoy
contigo». Gemefli insistió en repetir el experimento. No había duda. Era la voz
de su padre.
Preocupados por las
reticencias católicas sobre el contacto con los muertos, los clérigos
solicitaron audiencia con Pío XII, quien les tranquilizó asegurándoles que «la
existencia de esta voz es un hecho científico que no tiene relación con el
espiritismo. Lo que pasa es que se han registrado ondas sonoras procedentes de
alguna parte. Este experimento quizá llegue a convertirse en la piedra angular
de un gran hallazgo científico que pueda fortalecer la fe de la gente a partir
de ahora». No obstante, el pontífice decidió mantener el descubrimiento en
absoluto secreto.
En 1958, Giovanni Battista
Montini, más tarde conocido como Pablo VI, conoció a Friedrich Jürgenson, un
productor de cine sueco que le confesó haber comenzado a realizar sus primeros
avances en el campo de la grabación de voces del más allá, y no se sorprendió,
pues conocía las investigaciones que se habían hecho sobre este fenómeno en la
Universidad Católica de Milán. Cuando Montini sucedió a Juan XXIII, en 1963,
nombró a Jürgenson documentalista del Vaticano. Éste escribió a su colega
británico Peter Brander: «He encontrado en el Vaticano oídos que simpatizan con
el fenómeno de las voces. Hoy el puente está firme sobre sus cimientos».
Aunque Jürgenson era un
ateo convencido, probablemente fue esta condición la que le convirtió en el
hombre que necesitaba la Iglesia para presentar el descubrimiento a la comunidad
científica. De esta manera el clero encubría los atípicos trabajos que se habían
efectuado en Milán, pero el control de los experimentos continuaba bajo su
dominio y Jürgenson pasaba a la historia como el descubridor de las psicofonías.
Pero el Padre Ernetti había
sacado sus propias conclusiones: «La energía espiritual de las ánimas puede
transformarse en ondas de radio. Ocurre por una especie de ósmosis, como una
compenetración de los campos electromagnéticos psico-espirituales».
Llamó al fenómeno «pneumafonía»
y aseguró que, con ayuda de la ciencia, se podría lograr lo que los pitagóricos
y aristotélicos ya habían intuido: que mediante la disgregación de los sonidos
era posible la reconstrucción de las imágenes. Y parece que desarrolló la
técnica capaz de conseguirlo: «Cada ser humano deja tras de sí una doble estela:
una sonora y otra visual, una especie de carta de identidad distinta para cada
individuo. En base a esto nos encontramos hoy en condiciones de volver a ver y
escuchar a los personajes más grandes de la historia, reconstruyendo su rastro
energético de luz y sonido».
Según
Ernetti, el siguiente paso hacia la construcción de fantástico ingenio se
produjo en 1957, cuando contactó con el profesor De Matos, un portugués que
había analizado la dispersión del sonido. En 1963, el ministerio de Instrucción
Pública le otorgó a Ernetti la cátedra de prepolifonía, lo que le dio la ocasión
de convocar a expertos de todo el mundo para discutir sobre las diversas ramas
de la materia. «Con ellos comencé a elaborar el sistema que me condujo a este
sensacional descubrimiento», señaló.
La identidad de esos
científicos es un misterio que tal vez Francois Brune pueda ayudamos a
esclarecer. Este teólogo, docente e investigador de la comunicación con los
muertos, en compañía del biólogo y parapsicólogo francés Rámy Chauvin, publicó
en 1998 En directo desde el Más Allá, un compendio sobre el fenómeno de la
obtención de voces e imágenes paranormales mediante soportes electrónicos
(AÑO/CERO, 91).
En esta obra el autor narra
su experiencia con Ernetti, quien, según Brune, le aseguró que había reunido a
un grupo de físicos, cuya ayuda habría descubierto una máquina y fue capaz de
fotografiar el pasado.
Este sensacional hallazgo
tiene un nombre: cronovisión (del griego chronos, «tiempo»). En realidad, su
creador no fue el Padre Ernetti, sino otro religioso, Luigi Borello, quien ha
compaginado su labor pastoral con la física, desarrollando una técnica que
permitiría ver y oír aquello que ha quedado memorizado en las partículas, de la
materia inanimada,
Su teoría es diferente a la
de Ernetti: «No sólo los animales tienen una memoria. El rastro de una señal
luminosa o de un sonido quedaría también impreso en la materia inanimada. Una
piedra recuerda, pero no tiene manera de comunicarlos. Sin embargo, las
conclusiones de ambos clérigos, son idénticas: «Cada vez que los sonidos o
imágenes afectan a la materia, que se transforma en parte en energía estática,
pueden ser de nuevo recreados como una forma de energía aún desconocidas.
Cuando se hicieron públicos
los trabajos de Ernetti, Borello se reunió con él en Roma y «en seguida pude
comprobar que no había nada de preciso ni de cierto en todo aquello», explica a
AÑO / CERO. Borello se convirtió en su principal crítico, porque Ernetti nunca
mostró su máquina ni desveló su funcionamiento, ofreciendo como única
descripción que su estructura estaba constituida por tres partes: una multitud
de antenas que captaban todas las longitudes de onda imaginables, un selector
que trabajaba a la velocidad de la luz, regulable gracias a unos circuitos que
apuntaban hacia el lugar y la persona elegidos, y un equipo para visionar y
registrar las imágenes y los sonidos.
¿«Ver» los milagros de
Jesús?
Tres meses después de la
publicación de la noticia en Domenica del Corriere, Ernetti quedó desacreditado
cuando se descubrió que una imagen del rostro de Jesús que, según él, demostraba
la viabilidad de su «cronovisor», no era más que la fotografía de un crucifijo
venerado en el santuario del Amor Misericordioso de Collevalenza, en Perugia.
Pasaron años sin que
Ernetti compareciera ante los medios de comunicación. Lo más obvio es pensar que
estaba avergonzado; sin embargo, no todo resulta tan claro. Cuesta creer que un
hombre de su elevada talla intelectual y moral se involucrara en un fraude tan
burdo. A nadie le extrañaría que, de existir el ingenio capaz de recuperar el
pasado, hubiera sido interceptado y vetada su difusión por las autoridades
civiles o religiosas, temerosas de las consecuencias derivadas de su uso, ya que
con él se podrían conocer los secretos de grandes personajes y se resolverían
muchas incógnitas históricas. Como afirmaron algunos, «sería posible, por
ejemplo, contemplar los milagros de Jesús». Pero ¿y si se descubriera, por
ejemplo, que tales prodigios no sucedieron tal como nos han contado sino que
fueron inventados por sus discípulos? Entonces se produciría una crisis
religiosa sin precedentes.
Ernetti declaró que la
Iglesia le puso una mordaza que no le permitía hablar. Desprestigiar su trabajo
resultaba fácil para la jerarquía eclesiástica. Así se garantizaba la burla de
la opinión pública y se aseguraba el dominio omnipotente del Vaticano sobre el
invento, Pero aún hay más. En 1965, el diario Il Giorno difundió que los
servicios secretos del Vaticano, en colaboración con los del contraespionaje
italiano, detuvieron a un ingeniero llamado Antonio Beretta, bajo la sospecha de
que trabajaba para el KGB. Lo cierto es que el arrestado era un experto en la
teoría de la Relatividad y que durante 8 años trabajó al servicio del Padre
Ernetti. La única información que pudo haber vendido a los soviéticos habría
sido la relacionada con las actividades desarrolladas en el laboratorio de
Ernetti, en San Giorgio Maggiore.
Durante un congreso
internacional, un funcionario del ministerio del Interior soviético, Sergei
Antonov, confió a un delegado occidental que «los propios trabajos de nuestros
físicos nos inducen a pensar que el equipo de San Giorgio ha debido realizar ya
la grabación en magnetófono de la explosión de Sodoma y Gomorra, así como la
inscripción de las Tablas de la Ley en el Sinaí». Y en un artículo publicado por
el diario ruso Pravda, se leía: «Las investigaciones sobre la reconstrucción del
pasado efectuadas en Italia bajo el control del Vaticano y del ministerio del
Interior están mucho más avanzadas de lo que se ha pretendido. Es un trabajo
fuertemente vigilado por los servicios secretos del Vaticano».
Por su parte, AÑO / CERO ha
descubierto que Ernetti, estando muy enfermo y sabiendo que le quedaba poco
tiempo de vida, envió una carta a Luigi Borello, su principal crítico. La misiva
es una especie de testamento donde afirma que «la existencia del artefacto es
una sacrosanta verdad; que se hayan captado tantas cosas del pasado es también
verdad; que entre estas cosas estuviera la imagen de Jesús es verdad; y que las
autoridades supremas han prohibido el uso del ingenio, es otra verdad». «Nuestro
Cristo fue captado en 1953, mientras que el de Collevalenza fue realizado 6 años
más tarde».
Podemos pensar que era la
palabra de un moribundo, la confesión de un religioso a otro, sin embargo
demostraremos incoherencias difícilmente refutables. La fundadora del Santuario
de Collevalenza resultó ser una mística estigmatizada.
La obra obedecía a sus
visiones, lo cual podía confirmar la validez de la evidencia presentada por
Ernetti. De no ser porque el crucifijo, en realidad, data de 1930. Por cierto,
¿cómo es posible que la instantánea de Jesús sea de 1953, si el propio monje
declaró que fue en 1963 cuando reunió al equipo que iba a ayudarle a construir
la máquina? Pero, ¿por qué la Iglesia y los servicios secretos italianos se
involucraron en algo que no era más que un delirio? Aún más importante, ¿por
qué, en 1988, el Vaticano emitió un decreto según el cual serán excomulgados
todos aquellos que capten o divulguen «con cualquier instrumento técnico
acontecimientos pasados ... »?
Borello dudó de Ernetti,
pero aún sostiene que la materia recoge lo acaecido y es posible recuperarlo con
la tecnología adecuada: «Actualmente coordino dos equipos que trabajan en el
desarrollo del cronovisor, uno en la facultad de ingeniería de Tor Vergata, en
Roma, y otro en un laboratorio de Treviso. Usamos una sonda bidireccional
conectada a complejos amplificadores con los que se estimula un bloque de
materia del que emana una energía. Esta experimentación es muy precisa, pero aún
no podemos preguntarle a un objeto qué ha visto o ha escuchados. «No obstante
-concluye-, no puedo ser más concreto. El trabajo que efectuamos en Roma y
Treviso es top secret».
El Extraño
Proyecto Del «Cronovisor»
¿Y si alguien hubiera dado
ya ese salto? Trasladémonos a Venecia. Allí, frente a la Plaza San Marcos, y al
otro lado del gran canal. se encuentra encerrado uno de los misterios mas
desconcertantes -a la vez que ignorados- de nuestros días. En la isla de San
Giorgio, copada en su totalidad por instalaciones de los monjes benedictinos y
de la Fundación Giorgio Cini, dedicada a la acogida y educación de los hijos
huérfanos de pescadores, se esconde de su pasado el padre Pellegrino Ernetti.
Profesor de "Prelolofonía"
(es decir, de música anterior al año mil) en el Conservatorio Benedetto Marcello
de Venecia, Ernetti oculta sus investigaciones sobre el tema del Tiempo,
ocupándose en la actualidad de recibir y tratar entre cuatrocientas y quinientas
personas semanales aquejadas de estar poseídas por el diablo. Es ¡exorcista!.
El padre Ernetti no ha
querido dar muchas explicaciones sobre este tema, de cómo él, ayudado de un
nutrido equipo de científicos europeos, había estado diseñando -en plenos años
cuarenta- una máquina capaz de fotografiar el pasado. «El principio es muy
sencillo: las ondas visibles y sonoras del pasado no se destruyen. Y no lo hacen
porque son energía. La grandeza de nuestro invento, que llamamos Cronovisor,
está en poder recuperar esa energía y recomponer las escenas».
Ernetti hizo varias
declaraciones apresuradas a la prensa italiana de finales de los años cuarenta.
Aseguró haber recompuesto, en su versión original, la oficialmente desaparecida
obra Thyestes, elaborada por Quinto Ennio y representada en Roma hacia el año
169 d.C. También aseguró haber obtenido el texto original de las Tablas de la
Ley entregadas por Yahvéh a Moisés en el Monte Sinai, aparte de otras singulares
"fotografías" obtenidas de la destrucción de Sodoma y Gomorra, y de otros
trascendentales episodios bíblicos.
El eje de su planteamiento
se centra en la poco científica admisión de la existencia del éter, en donde se
recogerían todas y cada una de las acciones externas emprendidas por los seres
humanos. Según Emetti, cada uno de nosotros emite millones de ondas a lo largo
de la vida, que quedan atrapadas en alguna parte.
Después, gracias a la
utilización del instrumental adecuado para acceder a ese estadio de información
y decodificar las ondas que se están buscando (en lo que, a decir del
investigador francés Robert Charroux, se emplearía un oscilógrafo catódico que
lograría reconstruir las emisiones originales) se puede acceder a las imágenes y
sonidos que se deseen. La siguiente entrevista fue realizada por el
investigador, y ahora director de la revista Más Allá, Javier Sierra:
- «Pero todo ha terminado
-dice el padre Ernetti-. Yo ya hablé. El papa Pío XII nos prohibió que
divulgáramos cualquier detalle sobre esta investigación, porque la máquina del
pasado es muy peligrosa. Puede cortar la conciencia de libertad del hombre, ya
que con este aparato se podrá conocer qué has estado haciendo esta mañana,
dónde, cuándo, cómo...»
- ¿Sigue usted manteniendo,
a pesar de los años, que todavía posee el texto original de las Tablas de la
Ley?
- «Sí, lo tenemos. Pero no
podemos desvelar nada. Lo siento.»
- ¿Y cuándo cree que podrá
hablar, padre?
- «No lo sé. Ya sabe que
hay muchas cosas que reciben el nombre de Secretos de Estado...»
- ¿Del Vaticano?
- «No. De todos los
Estados. Por eso no es posible hablar.»
- ¿Todas las
investigaciones que se hicieron con la máquina se realizaron en Venecia?
- «No. En todo el mundo.»
- No sabe cuándo dejará de
ser secreto, ¿verdad?
- «Espero que pronto, pero
es muy difícil. Se revelarán demasiados secretos.»
- ¿Cambiaría mucho nuestra
concepción de la Historia del Hombre?
- «Mucho. Incluso las
lenguas serían irreconocibles...».
http://www.erks.org/cronovision.htm
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